domingo, 11 de agosto de 2013

LO PEOR DE LA TRISTEZA ES ... QUE TE CIEGA Y PIERDES EL RUMBO


EL IMPULSO SIN REFLEXIÓN



Cuántos impulsos repentinos han caracterizado algún momento de nuestra vida, sin haber pasado antes por la elaboración reflexiva del pensamiento... cuántos errores, cuántas lágrimas, cuántas nefastas consecuencias...
¿Quién no ha cometido errores en su adolescencia, por causa de un pensamiento fugaz e impulsivo y consumado, sin previa elaboración?
¿Cuántas veces hemos pensado?: "la próxima vez pensaré antes de actuar; lo juro" - pero cuántas veces nos hemos lamentado...
Si la obra consumada es de poca magnitud, puede dar lugar a un consecuente arrepentimiento, pero, ¿y si el error consumado es tan grande que no permite que nos levantemos para aprender la correspondiente lección y seguir adelante? ¿y si la herida que nos deja es tan profunda que impide cicatrizar? hay errores pequeños, de poca importancia, que dejan consecuencias pasajeras, relativamente nimias, de las que aprendemos y dejan un pequeño rastro educativo, pero también hay errores, fruto muchas veces de un impulso irreflexivo, que nos hostigan tan fuertemente, que sus consecuencias impiden que volvamos a levantarnos y seguir nuestro camino. Hay errores tan vastos que no dejan ver el sendero a seguir, y nos perdemos en la obsesión de sus nefastos resultados, empañados por un mar de lágrimas y un futuro incierto.
Y es que hay karmas que duran segundos, minutos o días, pero hay otros que duran años y algunos que terminan con la vida propia, o bien la acompañan en forma de depresión o paranoia. 
La vida es un aprendizaje, sí, y de los errores se aprende; pero los errores pasados han de servirnos como lecciones futuras y no como traumas futuros. La reflexión es la mejor medicina ante el impulso; así evitaremos muchas heridas abiertas y muchas vidas rotas.



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